El jueves 13 de octubre celebramos nuestro día homenajeando a colegas que cumplen 50 y 25 años de egreso en la profesión. Fue un hermoso y cálido reencuentro después del tiempo de restricción impuesto por la pandemia.
Compartimos las palabras de la Secretaria de Acción Social Rocío Cáceres y algunas fotos de la entrega de reconocimiento a les colegas.
«Tal vez cuando se piensa en trayectoria o recorrido se asocia rápidamente a trabajos realizados, formación, libros, concursos, artículos, seminarios. Por supuesto que un ejercicio responsable de nuestra práctica, no es sin esta formación continua, pero hoy ya que estamos acá para homenajear el recorrido realizado en nuestro hacer, permítanme invitarles a pensarlo como el viento.
Nuestro hacer puede parecerse al viento. A veces a modo de brisa, suave, serena, otras de huracanes aguerridos que nos desafían a resistir, a desplegar velas inmensas que le hagan frente. Nuestro oficio quizás, en un esfuerzo de poesía, tiene un parecido con él. Lo incoloro del viento que no permite verlo, ni saber con certeza, de qué se trata, cuál es su forma, para donde va, sino es pesquisándolo en la sutileza de los movimientos que genera por donde va pasando. Lo vemos en el efecto de su contacto con las cosas, con los cuerpos.
Ojalá que cuando repasemos el trayecto lo reconozcamos como un río, un río encausado por la amorosidad y la ética de la ternura, tan necesarias para sostener, alojar y acompañar, desde un saber que lejos de normativizar y acomodar prolijamente a las personas en estantes, les invita a desplegar lo propio, el deseo, ese que hablando de viento aparece como tornado sin pedir permiso.
Quizás resulta que sí, que este nuestro oficio, como lo incoloro del aire en movimiento, nos instala preguntas más que certezas absolutas, alojando la posibilidad de reformular, y sostener el girar frenético de la aguja de la brújula hasta que vuelva a aparecer un norte, pero un norte singular, particularísimo para cada persona con quien nos cruzamos y viene a nuestro encuentro en este recorrido.
Quisimos entregarles esta obra en metal en la que vemos hilos, mariposas, escaleras, puentes, ovillos, algo en ellas nos remite al con otre, a nuestra práctica, en la que se nos convoca ante el sufrimiento, ante los desencuentros, ante situaciones que ameritan un hacer artesanal, este hacer siempre es con alguien mas. Un armar y desarmar constante, un trenzar para volver a destrenzar, un acotar distancias, un encuentro habilitante.
Celebremos, colegas, esta historia construida, estas manos que propiciaron hilvanes y la posibilidad de seguir alertas a los destellos, a los detalles y a los interrogantes que nos aseguran el continuar siempre abriendo.
Me pregunto. ¿Es posible alguna vez retirarnos, de esta pasión sostenida en la fe por lo humano? ¿Es posible vivir sin viento?»
50 años:
25 años: