«Quisiera agradecer al Colegio de Psicólogos esta invitación a conmemorar los 30 años del nacimiento de esta institución circunstancia que nos convoca a historizar este encuentro y nada más adecuado por parte de las autoridades del Colegio que convocar algunos de los que protagonizamos los distintos avatares por los que tuvimos que atravesar para que nos encontremos en este momento con esta institución que ha llegado a tan asombroso desarrollo.
Al hacer historia se hace necesario concatenar el desarrollo de la Psicología y de la profesión con la lucha denodada que fue necesario llevar adelante para su reconocimiento profesional.
Al finalizar la década del 50 se crean en la Argentina las primeras carreras de psicología inaugurándose en primer término la de la Universidad Nacional de Córdoba dependiente de la Facultad de Filosofía y Humanidades. Esto ocurre en 1958 aunque le había precedido la carrera de Psicología y Pedagogía 2 años antes. Cabe destacar que las de Buenos Aires y de Rosario fueron posteriores
Debe reconocerse que la concreción de estos proyectos educativos fueron una consecuencia directa del desarrollo que había logrado el Psicoanálisis en la Argentina a partir de la posguerra Es importante destacar que el psicoanálisis implicó un serio cuestionamiento a las concepciones medico biologicistas sobre la salud y la enfermedad basado en las personas como totalidades y que incluye en su propuesta teórica un modelo dentro del cual, pero no como el único, la actividad terapéutica. Se hace importante mencionar este hecho por la relevancia decisiva que tuvo en las primeras carreras a las que se les imprimió una fuerte orientación clínica.
El rol profesional del psicólogo en virtud de esta impronta que lo orienta hacia una praxis ligada a la clínica y al consultorio se ve sin embargo atravesado por una contradicción entre esa identificación profesional y la necesidad de imprimirle también una identidad de dimensión social posibilitada por la propia orientación teórica que abría el camino hacia prácticas relacionadas con lo social. Sin embargo este camino se vio postergado fundamentalmente por las escasas oportunidades operativas que se presentaban en ese momento en el terreno social y de la salud pública al carecer de democracia.
Como consecuencia de ello, y reforzada esta identidad nacida desde la práctica ligada al consultorio se fue dando cada vez más un interés por la práctica Psicoterapéutica, postergándose el desarrollo de las prácticas en el terreno de la salud en el terreno preventivo, de promoción y rehabilitación de la misma.
Sin embargo, no bien instalado y definido su perfil profesional desde su formación académica, ya en la década de los 60, se encuentra el psicólogo desde el terreno de su desempeño profesional, inmerso en una lucha por el derecho al consultorio, ya que en la práctica no se le negaba su caracterización como profesional de la salud, pero a condición de incluirse como poseedor de una disciplina menor accesoria a la práctica médica en consonancia con el modelo Médico Hegemónico imperante.
Este cuestionamiento se ve refrendado por la Ley Federal 17132, sobre las profesiones relacionadas con la salud, sancionada no por casualidad en 1967 durante la Dictadura de Onganía.
Estas fueron circunstancias que nos marcaron muy profundamente, ya que esa lucha por mantener el reconocimiento en el área clínica nos mantuvo preocupados en torno a una ley y a una práctica, lo que limitó en aquel entonces el desarrollo de otros campos de trabajo y de desempeño profesional, que fueron relativamente recientes.
En esta misma década del 60, un llamado de alerta frente a esta situación, aparece en algunos escritos del psicoanalista Bleger, quien enfatiza la importancia del rol del psicólogo en las instituciones y en la comunidad, cuestionando su actividad puramente asistencial, aconsejando el desarrollo y la utilización de técnicas que tuvieran que ver con la Salud Pública y en el campo de la promoción de la salud.
Pero estas advertencias dichas en ese contexto, no pudieron ser sino sentidas como una manera de recortar el campo que debía quedar así para el grupo de los psicoanalistas que en ese momento eran solo médicos. Por consiguiente el debate dejó de ser científico o fundamentado en una propuesta sanitaria, para pasar a ser político y cargado de contenidos ideológicos.
Cobra contemporáneamente fuerza la necesidad de realizar esfuerzos mancomunados para la defensa del rol del profesional y aparecieron así en nuestra provincia, los primeros intentos de reuniones con fines gremiales, dentro de ellos destacaremos el de la conformación de la Asociación Pro Colegio de Psicólogos, creada en 1975 y que concluyó con la Creación del primer Colegio de Psicólogos de Córdoba en 1979, con la obtención de la Personería Jurídica, la que nos habilitaba para ejercer nuestra defensa profesional.
Pero cabe destacar que la actividad desempeñada por esta entidad, fue la de una lucha tenaz, con pasos lentos y por momentos infructuosos, porque estábamos en pleno proceso militar el que se ensañó particularmente con los psicólogos que estuvimos literalmente bajo sospecha .Los servicios hospitalarios fueron desmantelados, quedando solo un reducido número de profesionales, otros optaron por el exilio o se refugiaron en cerrados cenáculos a través de grupos privados de formación, otros sufrieron la cárcel y lo que fue más aún grave la desaparición física, a quienes debemos rendir en esta ocasión un sentido homenaje.
Como no podía ser de otra manera, el advenimiento de la democracia en 1983, abrió las puertas que permitieron trabajar en reformulaciones importantes en salud y caminos no explorados por el psicólogo hasta ese entonces.
Esas mismas circunstancias, abrieron el acceso a la legalidad de su práctica con la sanción de la Ley de ejercicio Profesional del Psicólogo de la provincia de Córdoba, la Ley 7106, sancionada el 13 de junio de 1984, seguida de la ley 7156 de creación del Consejo de Psicólogos de la Provincia de Córdoba el 29 de octubre del mismo año, que delega las funciones deontológicas en esta institución y, conjuntamente, se aprueban a nivel nacional los Decretos reglamentarios de las incumbencias profesionales de los títulos de Psicólogo y Licenciado en Psicología, en agosto de 1985
Fueron todos ellos logros concretados después de muchos años en que se cerraban sistemáticamente las puertas, negando otorgarle valor legal a un cuerpo de científicos y a una práctica que por otro lado la comunidad había legitimado hacía tiempo.
La democracia permitió como era de prever que los psicólogos accediéramos a cargos rentados, a lugares de decisión política, en las instituciones de salud, de educación, en el área social, jurídica, etc.
Pero en relación a la vida de nuestras instituciones, permitió también que luego de una evaluación de 10 años sobre el funcionamiento de las mismas nos planteáramos una reformulación que pudo plasmarse en la Ley 8312 de 1993, a través de la cual se concentraron las funciones gremiales y deontológicas, circunstancias que hoy estamos celebrando.
Fue esta una decisión por demás acertada que se evidenció en un crecimiento exponencial y una eclosión del desarrollo de distintas áreas con nuevas oportunidades de trabajo.
Pero esta dinámica que ha tomado el Colegio, debe tener un carácter permanente, luchando para seguir defendiendo la institución que logramos conformar, ya que han existido y existen ciertas amenazas relacionadas con embates desregulatorios para los cuales hay que tener siempre una alerta para defender lo logrado y mantener el curso permanente de crecimiento que la institución debe seguir ostentando».
Lic. Manuela Cabezas