No retroceder en sanar el dolor*

*En el marco de la campaña “Cuidemos a quienes nos cuidan” acompañamos la misma con esta nota de opinión del Lic. Diego Ariel Zapata M.P. 5434 Presidente del CPPC.

El poder del capitalismo genera diversos tipos de subjetividades, con la ilusión de que hay una respuesta a medida de cada uno, “Just do it” termina no aplicando a un modo de seriación como el de tener que hisoparse. En nuestra cultura pos factual, de la excitación constante, los afectos fulgurantes y las emociones que dominan la comunicación, no hay tiempo para la verdad: ¡podes enfermar! La omnipotencia del poder, vende, que todo puede “ya” en ese instante   permanente de la satisfacción inmediata, que colapsa con la respuesta posible de un sistema sanitario que no responde con la velocidad en que lo vírico puede morder la vulnerabilidad del cuerpo y devolviéndole a la persona su impotencia. La pandemia devenida en peste global ha provocado un cambio drástico, que se reniega de asumirlo. La ansiedad y la incertidumbre hacen de la renegación un modo negacionista que desea verificar que no estas enfermo. 

La variante política se pone en juego y los pronunciamientos son de ese orden. Ahí donde hay la falta en ser la agresión se vuelve acto. Lo que se vive adquiere un estado de “cosa sin metabolizar”, la conducta es la imitación agresiva. Es todo el tiempo efecto, no es respuesta. Aquí en estas expresiones lo político como fenómeno colectivo es lo no colectivizable y se constata el lugar de la caída de lo simbólico, la norma no produce el ordenamiento necesario, se abstrajo la conducta humana en principio como agresión, para hacer referencia a la propia hostilidad como violación de los principios del civismo o de la ley.

En esta oportunidad la evidencia se torna irrefutable, las personas dependen en su salud de otras personas: ambas son humanas. Aunque empíricamente esto sea así, en su fantasía reniegan y continúan actuando con su omnipotencia. Así que la herida narcisista hace tope con el ideal de la libertad, la persona depende de otra humana, ante su estado de posible enfermedad y esto al mismo tiempo angustia. Son momentos en que algunos no pueden ligar el acontecimiento con lo que estamos viviendo y se vuelven incapaces de hacer lazo social, de ejecutar un efectivo criterio de realidad. 

Angustia que termina siendo actuada de forma masiva y obscena por mera descarga agresiva contra el cuerpo del otro. Lo que sucede es vivido como lo ajeno, en donde la fragmentación de lo que pasa me horroriza como extraño, sin implicación en lo que vivo, pero que el sistema tiene la obligación, me tiene que reparar, volver a conectarme. Esto se vuelven permanentes pasajes al acto que no cesan de no escribirse. Toda esta acción se vuelve imagen para una pantalla que discurre con inmediatez y se transforma en show invasivo del minuto a minuto, por ello vemos personas todo el tiempo grabando y subiendo estas escenas para una retrasmisión. 

Aun así, hay quienes del equipo de salud no retroceden en sanar el dolor de quienes sufren desde la pérdida de un equilibrio al equilibrio perdido. 

No actos de poesía capaz de enlazar lo no ligado… des ligado.

Lic. Diego Ariel Zapata M.P. 5434 Presidente del Colegio de Psicólogas y Psicólogos dela Provincia de Córdoba

Consultar vía whatsapp