Agasajamos a quienes obtuvieron su matrícula honorífica en el último año.

Nos encontramos para celebrar trayectos, los extensos recorridos profesionales de colegas que luego de mucho andar en la profesión han decidido continuar habitando «lo común», las matrículas honoríficas, encarnan en profesionales que afirmativamente eligen lo colectivo como un modo de estar en un tiempo de la vida que no tiene las prisas del trabajo en la juventud.

En un mundo de productividad insaciable, donde todo es desechable y el paso del tiempo nos condena al exilio de una sociedad del descarte, es aquí justamente que nos proponemos, les proponemos, poner en valor las «memorias», lo andado. Nuestra profesión nos enseña el valor de la historia para comprender nuestro presente e incluso y sobre todo para imaginar el porvenir.

Y porque celebrar es festejar y elogiar, queremos celebrar sus itinerarios e invitarles a ser parte de la transmisión intergeneracional a la que apostamos, como dijo la gran María Elena Walsh en la voz del jardinero; aprendí que una nuez es arrugada y viejita, pero que puede ofrecer mucha miel.

Entonces en esa ética del cuidado, una ética de jardinería, podríamos decir, aprendamos de los que vinieron antes y les valoremos por lo que son en el presente.

Les agradecemos la apuesta de seguir siendo parte y les deseamos ¡felicidades!

 

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